jueves, 10 de mayo de 2012

Comida coreana

Bi Won

Más allá de lo mucho que me gusta comer, me pasa que no soy de ir tanto a probar nuevas propuestas. Me convenzo a mi mismo de que no hay como los tiraditos de M, ni como el lomo saltado de Contigo Perú, y me quedo en el molde. Pero hace varias semanas que unos amigos me venían insistiendo de compartir con ellos una cena en este restaurante coreano del barrio de Once (Congreso, según la Guía Oleo).  


Fuimos a las 22hs del martes, un poco sobre el límite según mis amigos que, como habitués del lugar, me aseguran que los coreanos acostumbran cenar temprano. La entrada es casi imperceptible, tradicional; tiene una recepción inutilizada muy parecida a la de un hotel de pueblo antiguo. El salón me hizo acordar a Rondinella y Albamonte. De hecho, Bi Won vendría a ser de esos típicos restaurantes tipo bodegón argentino, pero de comida coreana.  


La carta es simple, no es de esas que te dan dolor de cabeza de tantas opciones. De todos modos, hay una gracia en este restaurante: los platitos subsidiarios. Son aquellos platitos que acompañan a los principales. Te traen tantos según la cantidad de platos principales que pedís. Nosotros ordenamos 3 principales (que es bastante para 3 personas), entonces nos trajeron un montón de platitos subsidiarios. 


Otra de las diversiones para el comensal que ofrece Bi Won, es que pidiendo 2 o más platos de carnes, te lo vienen a cocinar a la mesa. Nosotros pedimos de vaca, que es una especie de hamburguesa cuadrada, rústica, grande como pizzeta y finita, que luego la porcionan en bocados, y de cerdo, que le agregan una salsa tipo barbacoa coreana a mitad de cocción. Te traen arroz blanco para suavizar todos esos sabores. Además, pedimos una especie de chow fan, muy fresco, rico y poco grasoso. 


Algunos de los platitos subsidiarios fueron: pepinos con salsa picante (crocantes, muy buenos), anchoítas fritas con ajíes (impresionante, a mi no me gustaron, medio caramelizadas), unas berenjenas tipo asadas o salteadas (no me gustaron mucho, tenían gusto a comida china fría guardada en la heladera desde la noche anterior), chauchas (buenísimas), "pescado" (sólo eso dijo el mozo cuando lo sirvió, estaba bueno, era finito y gomoso pero rico), brotes de soja (riquísimos, diferente a los chinos, estos tienen el poroto más grande, pero tierno), espinacas salteadas (perfectas), brócolis salteados (crocantes, bárbaros) y "repollo fermentado" (nos los sirvieron como la especialidad de la casa, de sabor muy intenso y ácido, no me gustaron).  


Como el mozo vio que queríamos pedir un tempura de verduras pero no lo hicimos porque ya era mucha comida, nos lo trajo como platito subsidiario más tarde, lindo gesto. La atención es muy personalizada y buena onda. 


Lo bueno es que comimos como locos y no quedamos pesados; la comida coreana es, en comparación a la china, mucho menos grasosa. Uno se come un chow fan de una rotisería china y queda de cama y, muchas veces, cae mal de verdad. La comida coreana, o al menos la de Bi Won, es mucho más fresca y liviana, más allá de los sabores extraños y los picantes de muchos de sus platitos.


Como para terminar, la diversión del lugar es pararse hacia los dos freezers llenos de helados orientales y llevárselos a la mesa. Probamos el de forma de pez con crema americana y dulce de poroto rojo adentro, que estaba rico pero la masa no llega crocante desde Corea. Lo mismo pasó con el de crema y frutilla cubierto con chocolate, la masa estaba húmeda. Yo me hice el loco y me agarré uno de puro poroto (ese negro con letras verdes y rojas de la foto): UN ASCO! Era como un guiso de porotos congelado, ni siquiera tan dulce! Me quedo con el Melona de banana, que no falla.


Con un Alamos Malbec y agua mineral grande (tienen botellas grandes!), pagamos $135 con propina incluida cada uno. Me pareció barato. El único motivo por el cual se que no voy a ir tan seguido a Bi Won es el barrio, que no me gusta. Recomiendo muchísimo la experiencia. Están abiertos de lunes a viernes mediodía y noche, y sábados por la noche. Queda en Junin 548 (Entre Tucumán y Lavalle).



Me encantó que los cubiertos sean macizos y que no haya ni tenedor ni cuchillo 



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